CUENTOS para adultos


El Escarabajo Pelotero

Como todos saben el escarabajo pelotero reúne excremento del suelo y forma una bola con sus patas traseras. Conoce muy bien la técnica, para acomodar, compactar y redondear su bola. Su mierda. 
Está entrenado para  repasar todos los rincones, no deja ningún espacio, ninguna grieta, le da la vuelta, le da la vuelta, de principio a fin y esa tarea le lleva todo el día. La necesita,  porque todo buen escarabajo pelotero forma una bella, redonda, marrón y fétida bola de excremento, de mierda.
Al llegar la noche sigue unido a su bola, cuando se va adormir la repasa mentalmente, la visualiza. Esta bola se ha convertido en lo más importante para él puesto que la tiene desde hace mucho tiempo y le da cuantioso trabajo; la traslada de un lado al otro, la agranda con los restos más pestilentes y húmedos que va encontrando, quita las ramitas que se pueden adherir, su bola es perfecta y grande, más grande que él,  por esto a veces se agota, se detiene, mira al suelo, descansa un momento hasta que otra vez se siente fuerte para seguir redondeándola, repasándola, tocándola, sintiéndola. Es tan primordial que hace tiempo todo lo demás pasó a un segundo plano. 

Una mañana, al despertarse fue a recoger su mierda como todos los días, pero su bola no estaba, había desaparecido. Quién sabe ¡qué sortilegio!, ¡qué maldad! le había quitado su preciado tesoro, entonces, alterado, salió a buscarla.
Tuvo que preguntar a otros bichitos, tuvo que recorrer otros campos, tuvo que aventurarse. Era una mañana espléndida, tras la lluvia el sol iluminaba y templaba el ambiente, los pájaros cantaban más animados, los insectos zumbaban, las arañas comían, las hormigas se bañaban y cada cual sintonizaba con la armonía de la primavera que se instalaba.
Fue convidado a un picnic, le invitaron a un concierto para el día siguiente, visitó a familiares que lo saludaron con alegría, le contaron chistes y le presentaron a los nuevos miembros. Hasta descubrió un hermoso lugar entre las raíces de una higuera que podría ser una estupenda casa. Una casa nueva que miraría al sur frente a un gran campo de trigo verde y acompasada por la melodía lejana de la alameda que imita al río.

Volvió tarde a su casa, pobre escarabajo, todo el día buscando su bola no disfrutó de todo aquello. Porque aunque no la tenía con él, seguía ligado a ella, era  tan antiguo su ejercicio…
Finalmente, en su cama, se prometió que empezaría de nuevo, conocía perfectamente bien el mapa de su mierda, la reconstruiría, gramo a gramo, rincón a rincón, pieza por pieza, no tendrá la misma mierda, será una mierda nueva, diferente, pero será SU bola de mierda. Cerró los ojos, se imaginó acariciándola, se imaginó su olor, su calor y poco a poco pudo dormir.

Paula Jofré


La ley del apego funciona así, aquello a lo cual te sientes unido en realidad te apresa, te manipula. Podemos reconocer cuando la bola del otro apesta, pero la nuestra propia? A veces nuestra bola se compone magníficas y perfectas metas, compañías, ahorros, futuros que algún día llegarán... 

3 comentarios:

  1. jajajaaa me imaginaba al escarabajo tumbadito en la cama, repasando mentalmente su obsesión diaria... qué bueno!

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  2. Grandioso amiga! Todos tenemos un poco de escarabajo pelotero, creo.
    A la espera de mas cuentos, te mando un beso gigante y espero volver a verte pronto. Fiky

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  3. Cualquier cosa que haya sido diseñada para evolucionar y no lo hace tarde o temprano comienza a oler mal. Tenemos bastante de escarabajo pelotero que termina siendo pelotudo tambien. Besos. ¡Me ha gustado!!

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